Del cielo a tu casa: estos jóvenes potabilizan agua de lluvia para miles de familias

El proyecto Isla Urbana ha ayudado a 7 mil 500 hogares a aprovechar el agua de lluvia, gracias a un innovador sistema que se instala en sus viviendas, y su meta es llegar a 100 mil en seis años

ANA WARMAN

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Enrique Lomnitz y Renata Fenton se conocieron en las aulas de la Universidad de Rhode Island, en Providence, Estados Unidos, cuando tenían 20 años. Ambos son de origen mexicano. La familia de Enrique era de viejos comunistas y luchadores sociales y se mudó al país vecino cuando él apenas tenía 5 años. Renata vivió allá a partir de los 15 años y siempre estuvo interesada en el diseño enfocado a solución de problemáticas sociales y ambientales.
Mientras estudiaban Diseño Industrial, en un clásico campus de ladrillos en una pequeña ciudad estadounidense, comenzaron a trenzar una amistad cuya unión residía en la ilusión de regresar a México en un futuro y poder hacer algo con sus conocimientos. Ayudar a la sociedad más desfavorecida a mejorar su calidad de vida.
Esto los trajo de vuelta a México en 2009 y se fueron directo a la zona del Ajusco a hacer sus estudios de campo sobre autoconstrucción urbana. Allí se dieron cuenta de los muchos problemas que había: la falta de alumbrado, de pavimentación, de oferta cultural, pero la constante siempre fue la falta de agua.
Esa fue la clave que dio origen a que ese mismo año Enrique y Renata fundaran Isla Urbana, una asociación sin ánimo de lucro que hasta el momento ha ayudado a 7 mil 500 familias a aprovechar el agua de lluvia, gracias a un innovador sistema que se instala en sus viviendas. Durante el primer año y medio instalaron ellos mismos cada sistema, que permitió a las familias ser autosustentables en el consumo de agua.
“Yo no conocía tan a fondo los problemas del país, yo solo había vivido en México 5 años —de niño—, pero estaba muy consciente de la inequidad social y siempre quise regresar a vivir aquí. No soy un chico rico que fue sorprendido por los pobres. Siempre las conversaciones en casa iban en torno a esos temas y forma de ver la vida”, comenta Enrique Lomnitz.
Hoy, al paso de 9 años, Isla Urbana tiene a 32 personas trabajando con ellos. Técnicos, diseñadores e ingenieros entran y salen de una casa de tres pisos, en el centro de Coyoacán, repleta de bicicletas. Y también todos tienen una meta en común: llegar a 100 mil sistemas instalados en Ciudad de México en un lapso de 6 años aproximadamente.
Renata hoy dirige el Departamento de Diseño de Isla Urbana, tanto industrial como gráfico y técnico. Enrique es el Director General y se dedica a la gestión, vinculación, alianzas y colaboraciones. Isla Urbana ha logrado cobrar muy poco a sus usuarios, gracias a convenios que han hecho con algunas delegaciones. También se autofinancian vendiendo su sistema a otros personas privadas con capacidad adquisitiva que quieran usar su sistema, por lo cual su crecimiento ha sido orgánico.
“La crisis del agua es una crisis social infinita, la gente no puede vivir sin agua. El agua no se va a acabar de forma pareja, esta problemática se va manifestando en una forma profundamente desigual. La posibilidad de tener conflicto social se vuelve el espectro a temer”, comenta Lomnitz.

¿Cómo funciona este sistema?

La prioridad de Isla Urbana es diversificar el abasto de agua para las casas a las que no llega, usando la captación de lluvia como una fuente alternativa. “El 40% del agua se pierde en fugas en la CDMX en las distintas redes, con la captación de lluvia, y lo que nosotros planteamos es que es directo del cielo a tu casa”, comenta Nabani Vera Tenorio, director de comunicación de Isla Urbana.
En esta ciudad la mitad del año se busca de dónde traer agua y la otra mitad cómo vivir entre inundaciones. Entonces, ¿por qué no aprovechar el agua de lluvia?
La mayoría de las casas en Tlalpan y el Ajusco tiene techo de lámina, inclinado hacia un costado, lo cual es ideal para la captación, ya que el agua se dirige hacia una canaleta que la lleva al sistema. Una vez ahí, el agua pasa por seis etapas de filtración hasta volverse potable.
La pieza clave de este sistema es el Tlaloque que diseñaron Enrique y Renata, el cual hace que el sistema sea tan funcional y único en comparación a otras formas de captación. El Tlaloque los llevó a ser reconocidos en 2013 por el MIT (Massachusetts Institute of Technology) como uno de los 35 proyectos innovadores en el mundo liderados por jóvenes.
“En la ciudad hay alrededor de 200 mil casas que no están conectadas al sistema de aguas, la mayoría en Tlalpan y Xochimilco”, según Nabani Vera y los datos de Isla Urbana.
Las familias se abastecen del sistema de pipas. Pueden ser las de las delegaciones, subsidiadas y que cuestan aproximadamente 90 pesos. Pero pueden tardar hasta 2 meses en llegar a los hogares y solo tienen derecho a una al mes. Por otro lado están las pipas privadas, las cuales llegan el mismo día a la puerta de las casas pero cuestan entre 800 y 2 mil 400 pesos, depende a cuánto la venda el pipero de la zona.
“Gran parte de la gente de dichas zonas gana el salario mínimo y gastan en promedio el 25% de su ingreso solo en el agua.”, comenta Vera Tenorio.
El sistema de captación de lluvia de Isla Urbana está valorado 6 mil 500 pesos más la instalación. Los primeros 5 años las familias pagaban alrededor de un 20% del costo total, pero los últimos sistemas que han instalado no les han costado nada a los usuarios ya que tienen convenios con las delegaciones en las que trabajan. Sin embargo este modelo de gratuidad no ha salido del todo bien, ya que han notado un descuido de los sistemas.
Isla Urbana empezó como el sueño de dos estudiantes de involucrarse en una problemática social y hoy es una realidad que busca ayudar a miles de personas que son victímas de la crisis del agua en México. No todos los días se ve el caso de una tesis de universidad llegar tan lejos casi 10 años después de que todo comenzó.

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