Economía circular


Ahora más que nunca es necesario encontrar una fuente segura, eterna y no contaminante de energía que eventualmente pueda motorizar un ciclo económico circular en el que todos podamos vivir con una calidad de vida alta


¿Cómo cerrar el círculo?


Una de las piedras de tranca del debate sobre la economía sostenible es el crecimiento económico. El objetivo final ideal de la sostenibilidad es que las economías sean circulares; es decir, que todo lo que se consuma regrese a su punto de origen, sin generar desperdicios y sin requerir de nuevos recursos no renovables.

¿Cómo puede este modelo generar crecimiento económico, entendido tradicionalmente como aumento del Producto Interno Bruto, si cada ciclo económico empieza con lo mismo que terminó? Yo no tengo la respuesta, pero me imagino que podemos llegar a eso por pasos, ajustando las cargas en el camino, implementando mejores modelos de manera progresiva.

Una cosa es clara, la economía lineal actual, en donde los recursos se extraen, se transforman en productos (incluida la energía), se consumen y se desechan, tiene un límite. Hasta ahora se ha mantenido el sistema encontrando nuevas fuentes de recursos y energía que sustituyan las que se acaban. Esto significa que el ecosistema humano funciona como una cápsula de Petri en la que crece una bacteria. En las cápsulas de Petri, hay una serie de fuentes de materia y energía que las bacterias consumen desde la más sencilla hasta la más compleja y difícil de procesar. Por otro lado, las bacterias que consumen estas fuentes van generando desechos a los cuales las mismas bacterias también se deben adaptar. Eventualmente el sistema colapsa (sea por falta de recursos o por exceso de desechos) y la cápsula de Petri ya no sirve, hay que reinocular la bacteria en una nueva para que el crecimiento continúe. Pero los humanos no tenemos otro planeta en el cual inocularnos.

Por otra parte, fijémonos en una selva tropical. En ella todos los recursos vuelven al origen y son reutilizados, menos la energía. Es un sistema mucho más sostenible que se motoriza por el aprovechamiento de un flujo lineal de energía solar que mueve un ciclo circular de la materia. Y este es el primer objetivo de la economía sostenible: encontrar una fuente segura, eterna y no contaminante de energía que eventualmente pueda motorizar un ciclo económico circular en el que todos podamos vivir con una calidad de vida alta.

¿En qué se diferencia la selva amazónica de nuestras sociedades actuales?

1. La población de todos los involucrados es relativamente estable, por lo que una vez que se cierra el ciclo de materia, el sistema puede funcionar por muchos milenios.

2. Hay pocas variaciones en el estilo de vida de sus pobladores, de manera que los flujos de materia continúan siempre por los mismos canales y no se interrumpe el círculo.

3. La diversidad de funciones en ese ecosistema es muchísimo mayor que en una sociedad humana. Esto asegura que haya un ejecutor (y beneficiario) de cada uno de los pasos que llevan a esa materia a circular desde su origen hacia su origen.

El primer punto es desafiante. El tamaño poblacional estable es un concepto polémico desde que se propuso por primera vez una capacidad de carga máxima del planeta en los 70. Desde entonces, el desarrollo tecnológico ha aumentado esta estimación varias veces, pero todos sabemos que no es infinita. Así que necesariamente tendremos que ser una población estable en algún momento y esto prende las alarmas ante la posibilidad de un futuro distópico donde el estado deba decidir sobre tu planificación familiar. Sin embargo, el mismo éxito económico que se puede conseguir a través de la diversificación económica y el empleo de calidad hace que aumente la clase media, y la clase media disminuye las tasas de reproducción, tendiendo a la estabilidad.

En lo que sí vamos a encontrar resistencia es en el segundo punto, los estilos de vida. Nadie quiere que nuestro estilo de vida sea igual al de nuestros padres, eso es algo que parece contrario a la naturaleza humana y es una ambición que ha motorizado cosas tan necesarias como el desarrollo médico. Sin embargo, los estilos de vida dependen actualmente de las cosas que poseemos: vestimenta, tecnología, vivienda, etc… Los cambios radicales de estilo de vida en menos de una generación son entonces una idea incompatible con una premisa fundamental de las economías sostenibles, que es que las cosas deben durar la mayor cantidad de tiempo posible antes de que pierdan funcionalidad y deban ser desechadas. En este punto, a mi entender se basa toda la resistencia humana a la economía circular.

Hay instituciones que se dedican a entender esta transición para hacerla más fácil. Ellos nos dan una hoja de ruta inicial, que se puede resumir muy escuetamente de la siguiente manera:

1. Incluir dentro de los inventarios económicos que hacen rica a una sociedad activos como: capital natural (agua, tierra arable, biodiversidad), capital cultural, educación y salud, capital laboral (destrezas, técnicas, tecnologías), capital ya manufacturado (edificios, máquinas) y capital financiero. Como cualquier otro activo, estos capitales deberán ser preservados y aprovechados eficientemente.

2. El principio gerencial para los negocios debe ser proteger los inventarios y no los flujos, agregándoles valor a los primeros y haciendo del desecho algo inconveniente.

3. Se deben eliminar impuestos que pechen las fuentes renovables de recursos, incluyendo el trabajo humano y las actividades que mantienen o incrementan el valor de lo que ya existe. En cambio los impuestos deben concentrarse en los recursos no renovables y en la producción de novo. Esto busca desacoplar la generación de riqueza del consumo de recursos, crear más empleos y evitar los desechos.

Estos postulados se pueden estudiar más profundamente en los documentos que los originan. Yo no soy economista, pero me parece que requieren un cambio de paradigma económico complicado de conseguir. Pero bien vale la pena empezar a debatir estas ideas, porque la economía circular tiene que ocurrir más tarde o más temprano, y mientras más tardemos, más traumática va a ser la transición, porque será obligada en lugar de planificada. Esto lo saben los gobiernos y las empresas, quienes ya han empezado a tomar acciones concretas y urgentes porque es evidente que quien llegue tarde a esta previsible revolución la va a pasar muy mal.

Carlos Peláez


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