Stefan
Gzyl
Durante la última década ha surgido
un modelo urbano que impulsa la economía y revitaliza los sectores donde es
implementado. Los distritos de innovación, denominados así por su acotada
escala geográfica y su énfasis en el intercambio de ideas y conocimientos como
motor del desarrollo económico, combinan nuevos modos de organización laboral y
doméstica, nuevas coaliciones entre organizaciones públicas y privadas para
actuar sobre la ciudad y, sobre todo, nuevos modos de vincular colaborativamente
instituciones y empresas que tradicionalmente competían unas con otras. En
todos los casos en los que han sido puestos en marcha, los resultados positivos
han tardado poco tiempo en hacerse visibles, lo que los convierte en una
fórmula efectiva para el desarrollo económico y urbano; particularmente, en
ciudades afectadas por la recesión de los últimos años. Localidades como
Boston, Brooklyn, San Francisco, Seattle, Barcelona y Medellín han visto
mejoras notables gracias a estos nuevos sectores, que contienen elementos que
podrían trasladarse a la realidad venezolana.
El éxito de los distritos de
innovación se fundamenta en procesos y cualidades que siempre han acompañado a
la ciudad, como medio efectivo de asociación e intercambio humano. Ahora bien,
existen innumerables parámetros para definir y clasificar ciudades. En el campo
del urbanismo, esta sigue siendo una discusión constante. Por ejemplo, en
términos demográficos, en Estados Unidos se define como ciudad cualquier
asentamiento con más de 2.500 personas, mientras que en Japón es a partir de
50.000, según el «Anuario demográfico 2007» de las Naciones Unidas. En la
Grecia antigua toda ciudad debía tener un ágora, el lugar de reunión e
intercambio de ideas entre hombres libres, mientras que en la Inglaterra
medieval lo imprescindible era poseer una catedral, es decir, un centro de
poder eclesiástico. Según otra definición, lo que caracteriza una ciudad es la
especialización económica y la incapacidad de una población para producir sus
propios alimentos, lo que la hace dependiente de un territorio externo para
subsistir y establece una diferenciación con el campo. Asimismo, puede
definirse la ciudad como «una aglomeración de personas talentosas, motivadas y
reunidas en proximidad, que intercambian ideas y conocimiento en lo que el
historiador urbano Sir Peter Hall denomina un “proceso dinámico de innovación,
imitación y mejora continua”» (Katz y Wagner, 2014: 25). Si bien a esta definición
debe agregarse que este tipo de procesos debe ocurrir en un espacio geográfico
delimitado y ser sustentado por una infraestructura de servicios, la
aglomeración y la proximidad son los factores claves para el éxito del
intercambio humano.
Para que una
ciudad sea innovadora, es importante que sea suficientemente variada para que
se produzcan intercambios y transferencias de conocimientos
La proximidad ha sido históricamente
condición sine
qua non para el desarrollo comercial,
la competitividad y la transferencia de conocimientos. Ya en 1890, el
economista Alfred Marshall escribía al respecto:
Existen grandes ventajas que obtienen
de la cercanía quienes se dedican a ocupaciones afines. Los misterios del
oficio dejan de ser un secreto y el conocimiento está en el aire… El trabajo
bien hecho puede ser apreciado al momento, las invenciones y mejoras en
técnicas y maquinaria son discutidas de inmediato. Si alguien tiene una nueva
idea, esta puede ser tomada por otros y combinada con otras ideas, dando pie a
nuevos desarrollos (Marshall, 1920, Libro IV, Capítulo X: 7).
Esta idea resume las ventajas de la
proximidad en materia de intercambio de conocimientos, avances técnicos e
innovación. Pero también caracteriza la especialización que existía en las
primeras ciudades industriales, en las que la actividad y el desarrollo
económico giraban en torno a una única actividad productiva. Desde el punto de
vista económico, la especialización se puede traducir en más eficiencia y
crecimiento en un área, en una actividad económica (un modelo de desarrollo
lineal cada vez más enfocado). Para los economistas de los tiempos de la
revolución industrial, la especialización y la división del trabajo eran las
claves para el desarrollo económico, y ya para ese entonces existían
innumerables ejemplos que daban fe de ello. Este modelo de desarrollo
especializado tuvo un impacto enorme en el desarrollo del urbanismo moderno.
A comienzos del siglo XX los grandes
arquitectos y urbanistas de la modernidad propusieron modelos de ciudad basados
en la especialización y la segregación. Uno de los más importantes fue el
arquitecto suizo Le Corbusier, quien concibió la ciudad moderna a partir de
cuatro funciones clave para la generación de una ciudad eficiente y productiva:
vivienda, trabajo, recreación y circulación. Las ideas de este arquitecto
tuvieron un impacto increíble en la planificación moderna, desde ciudades
enteras hasta asentamientos industriales y parques tecnológicos especializados.
La división por funciones dio pie a ciudades y asentamientos especializados,
segregados, donde la movilidad dependía del vehículo privado y el contacto
humano en el ámbito público era muy limitado (Brasilia es quizás el mejor
ejemplo de este tipo de urbanismo).
A partir de los años cincuenta y sesenta,
cuando las ideas de la modernidad fueron duramente criticadas a partir de los
fracasos que construyeron, el urbanismo y la planificación volvieron la mirada
a la realidad, a formas urbanas que tenían ya siglos de vigencia y comprobada
funcionalidad. En ese momento se retomaron conceptos como el vecindario, la
comunidad, la escala peatonal y un cierto desorden y vitalidad que nunca
desaparecieron de la mayoría de las ciudades, a pesar de los intentos del
urbanismo moderno de erradicarlas en pro de una ciudad más productiva,
organizada e higiénica. La diversidad y la mezcla de usos, con todas sus
implicaciones, volvieron a ser reconocidas como elementos potenciadores de la
actividad económica de toda gran ciudad, cualidades que si bien no
necesariamente promueven la eficiencia y la productividad en un solo campo sí
son la clave para el desarrollo de nuevos campos, nuevas tecnologías y nuevas
actividades económicas. Además, en términos urbanos, la diferencia entre
ciudades con economías especializadas y diversificadas es importante, por
cuanto las diversificadas tienen una flexibilidad que les permite adaptarse y
sobrellevar cambios económicos que pueden afectarlas. Como ejemplo sirve
comparar los casos de Detroit y Nueva York, frente a cambios en actividades
económicas.
Los procesos de especialización y
diversificación han sido analizados desde hace varias décadas. Un estudio
importante en tal sentido fue elaborado por Edward Glaeser, un economista
urbano de Harvard, quien analizó durante más de tres décadas el comportamiento
de distintas industrias en más de 170 ciudades americanas. El estudio mostró
que aquellas industrias desarrolladas en ciudades diversificadas, y no en
centros aislados o parques industriales especializados, tendían a crecer más
rápidamente y mantenerse mejor en el tiempo: «Competencia local y variedad
urbana, no especialización regional, promueven el crecimiento industrial…
Transferencias importantes de conocimiento ocurren entre industrias, más que
dentro de una sola industria» (Glaeser, Kallal, Scheinkman y Shleifer, 1992:
1.148-1.151). También se encontró que la variedad y la diversidad de industrias
geográficamente cercanas, no la especialización geográfica, promueven la
innovación y el crecimiento. Lo mismo tiende a ocurrir en cuanto a la
diversidad humana y cultural: aquellas ciudades donde hay más diversidad
cultural, más inmigración, son también las más diversificadas económicamente y
las más productivas.
No basta, entonces, con que una
ciudad simplemente concentre gente en grandes cantidades. Es necesario,
también, que estas personas se dediquen a actividades distintas. Para que una
ciudad sea innovadora, es importante que sea suficientemente variada para que
se produzcan intercambios y transferencias de conocimientos entre actores que
se dediquen a una diversidad de actividades; es decir, que no compitan entre
sí. Esto es lo que se ha venido a conocer como externalidad positiva o
«desbordamiento» de conocimiento, y ha sido identificado como uno de los
motores principales de la innovación.
Muchos
distritos de innovación se han localizado en zonas económicamente deprimidas de
las ciudades y les han inyectado capital
Después de haber colocado a los
distritos de innovación en el contexto de la ciudad, cabe hacerse una pregunta:
si la ciudad históricamente ha concentrado la innovación y potenciado los
intercambios creativos, ¿cuál es el aporte concreto de los distritos de
innovación? La respuesta está en la manera como los distritos de innovación
integran tres componentes fundamentales: capital humano, económico y físico en
un ambiente que propicia el intercambio de información y la innovación; es
decir, «el desarrollo de competencias, productos o disciplinas que tengan un
valor comercial» (Nagel, 2015). Así, los mismos procesos que en la ciudad han
ocurrido a lo largo de mucho tiempo, de forma espontánea o no planificada, en
los distritos de innovación ocurren de forma controlada y dirigida, por medio
tanto del diseño del espacio físico como de la selección del público que
participa en ellos y las actividades económicas que realizan. Además, existen
otros aspectos comunes a todos los distritos de innovación, que pueden
clasificarse en tres categorías: tendencias urbanas, desarrollos tecnológicos y
mezcla de actores.
Tendencias urbanas
Las nuevas tendencias de movilidad
urbana permiten reducir los tiempos de viaje y le dan importancia al transporte
público, la bicicleta y el caminar por sobre el vehículo privado. Esto ha
creado una situación en la que la gente trata de vivir más cerca de su lugar de
trabajo. Esta cercanía ha motivado la mezcla de usos en un mismo sector de la
ciudad. En tal sentido, los distritos de innovación son sectores con vida las
24 horas del día. Además, el alto costo de la construcción nueva ha dado pie a
la reutilización y el acondicionamiento de estructuras existentes, en muchos
casos en áreas urbanas en decadencia, lo cual se ha traducido en revitalización
urbana. Esto a su vez ha impulsado el uso más efectivo de infraestructuras
existentes.
Desarrollos
tecnológicos
Los desarrollos tecnológicos
enfatizan la importancia de internet, el acceso inmediato a la red desde
cualquier lugar —desde una oficina hasta una plaza pública— y la conectividad
para facilitar el intercambio de información y conocimiento tanto por vía electrónica
como en persona. Los distritos de innovación son laboratorios para poner a
prueba nuevas tecnologías, desde iluminación en las calles hasta medios de
transporte, pasando por las nuevas tecnologías verdes y de aprovechamiento de
recursos. La presencia de centros especializados, financiados por universidades
o grandes compañías, ponen laboratorios y tecnologías de punta a la
disponibilidad de los usuarios.
Mezcla de actores
Ellos incluyen organismos
gubernamentales, agentes inmobiliarios y publicitarios, universidades e
institutos de investigación, grandes compañías, pequeños emprendimientos e
inversionistas de riesgo.
·
Organismos gubernamentales dispuestos
a crear áreas de zonificación especial, abiertas a la innovación en materia de
uso del espacio público y flexibilización de alquileres. El apoyo de las
autoridades locales es clave para el éxito de un distrito de innovación. El
distrito de innovación de Boston, por ejemplo, fue una de las metas del alcalde
Thomas Menino, en el que se dispuso la reconversión de más de 400 hectáreas de
la zona portuaria de la ciudad. En el caso del distrito 22@ en Barcelona la
municipalidad permitió un mayor porcentaje de construcción por parcela, además
de espacios verdes y usos residenciales, siempre y cuando se estableciera el
uso comercial del suelo. El propósito era revitalizar una zona industrial que
había caído en desuso y mantener el componente de actividad económica, algo que
no se hubiera logrado si la zona se hubiera dedicado a un uso exclusivamente
residencial.
·
Agentes inmobiliarios y
publicitarios: la imagen de los distritos de innovación no solo es diseñada
sino que detrás de esto hay una fuerte presencia de grupos que los
comercializan y dirigen esfuerzos de mercadeo a atraer cierto tipo de público:
profesionales jóvenes, solteros o recién casados, de alto nivel educativo y
poder adquisitivo.
·
Universidades e institutos de
investigación especializados cuentan con talentos que pueden integrarse y
colaborar con el mercado de trabajo. Además, tienen la infraestructura
necesaria para llevar a cabo experimentos en centros y laboratorios, impagables
para pequeñas empresas. Esto ha venido de la mano con nuevas legislaciones que
permiten a las universidades convertir el conocimiento que producen en un bien
comercial.
·
Grandes compañías: el modelo de la
gran empresa que operaba en una instalación aislada y cerrada donde se
protegían las ideas ha cambiado por uno más permeable y abierto en el que el
conocimiento se comparte tanto internamente como hacia fuera, con otras compañías
y con institutos de investigación. Este fenómeno económico ha tenido
repercusiones en lo urbano; principalmente, en la localización de grandes
empresas que ya no buscan aislarse sino estar cerca de actores de quienes
puedan beneficiarse.
·
Pequeños emprendimientos: la
importancia de las empresas emergentes es enorme en un medio innovador.
Primero, porque tienen una capacidad de asumir riesgos que las grandes
compañías pierden a medida que crecen; segundo, porque son mucho más flexibles
y adaptables en su estructura y son las que introducen diversidad en el medio.
Por ejemplo, empresas que se dedican a actividades aparentemente inconexas,
pero que cuando interactúan producen nuevos conocimientos y abren nuevos campos
(empresas de tecnología en medicina o biología, diseño industrial, educación,
finanzas). Estos emprendimientos por lo general se localizan en «incubadoras»,
edificios en los que se comparten espacios de trabajo, servicios y amenidades,
y cuyo diseño propicia la innovación abierta: el intercambio de ideas tanto
hacia el interior de una compañía como por medio de la interacción con agentes
externos.
·
Inversionistas de riesgo: luego del
impulso inicial que los distritos de innovación reciben de organismos
gubernamentales o grandes inversionistas, los inversionistas de riesgo ayudan a
mantener andando estos proyectos por medio de inversiones en empresas con
potencial de crecimiento.
Las nuevas
tendencias de movilidad urbana permiten reducir los tiempos de viaje y le dan
importancia al transporte público, la bicicleta y el caminar por sobre el
vehículo privado
Las contribuciones de los distritos
de innovación al medio urbano han sido múltiples y en poco tiempo. Muchos
distritos de innovación se han localizado en zonas económicamente deprimidas de
las ciudades y les han inyectado capital, lo que incrementa el valor de las
propiedades, crea nuevas oportunidades de empleo local y mejora la calidad de
la educación en las escuelas existentes. Además, han logrado promover un uso
más intensivo del espacio urbano. Al concentrar los usos se promueve la
densificación de la ciudad, la movilidad peatonal y la calidad del espacio
público. Desde el punto de vista ambiental, los distritos de innovación pueden
convertirse en modelos de desarrollo sustentable al hacer un uso efectivo de
infraestructuras existentes, reutilizar edificaciones y reducir la emisión de
gases al depender de nuevas formas de movilidad. Por último, los distritos de
innovación han permitido la aparición de una arquitectura que propone nuevas formas
de relacionar a sus usuarios, tanto dentro de espacios de trabajo como en
nuevas formas de vivienda y espacios públicos.
Los distritos de innovación se
fundamentan en procesos y mecanismos propios de las ciudades exitosas
—proximidad, diversidad y concentración de infraestructuras de transporte y
servicios— para la construcción de un ambiente controlado y dirigido a
potenciar la creatividad latente en todo medio urbano. Han revalorizado el
espacio público como lugar de encuentro e intercambio, y han logrado
reorganizar y construir nuevas relaciones entre diferentes actores presentes en
la ciudad, los cuales antes no necesariamente estaban vinculados. La buena
gestión pública y la visión de ciudad de autoridades municipales han sido
factores clave para su éxito, y elementos que pueden trasladarse a la realidad
de la ciudad venezolana; sobre todo, si se tiene en mente que muchos distritos
de innovación han surgido durante graves crisis económicas como herramientas
para su superación.
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