Pesca ilegal, piratería y competencia por los caladeros: dónde apagan los barcos su radar



 

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El pasado mes de enero, el barco sucoreano Oyang 77 partió del puerto de Montevideo (Uruguay) en dirección suroeste, hacia los codiciados caladeros frente a las costas argentinas. En medio de su travesía, sin embargo, el pesquero desapareció del mapa: a lo largo de casi tres semanas apagó su radar en nueve ocasiones, tal y como recogió The Washington Post.

Nadie tuvo acceso a su localización exacta durante esos vacíos hasta que a principios de febrero una patrulla costera argentina lo escoltó hasta tierra firme. Había sido interceptado con 142 toneladas de merluza, abadejo, raya y calamar pescadas de forma ilegal en aguas territoriales de Argentina. Tras pagar una multa de 600 mil dólares, el Oyang 77 volvió de nuevo a la mar.

Lejos de ser una excepción, muchos barcos ocultan su localización para faenar en aguas prohibidas, ya sea por pertenecer a otros países o estar protegidas por su valor ecosistémico. Es frecuente por ejemplo que naves con bandera china ―y aunque en menor medida, también taiwanesa, surcoreana o española― echen sus redes para pescar calamar en la conocida como milla 201 del mar Patagónico.

La mayoría permanecen junto al borde de la delimitación marítima, pero algunos se adentran ilegalmente en territorio argentino, como reveló una investigación de Global Fishing Watch. La organización, fundada por Google, SkyTruth y Oceana en 2015 para controlar la pesca a nivel global, tuvo una idea: en lugar de vigilar la ubicación de los barcos, decidió poner el foco en aquellas zonas donde apagaban su señal.

Junto con la Universidad de California y NOAA Fisheries, Global Fishing Watch analizó más de 28.000 millones de posiciones del periodo 2017-2019. En total, los investigadores identificaron más de 55.000 vacíos y descubrieron que esta práctica esconde cerca del 6% de la actividad pesquera comercial mundial.


Para evitar colisiones, los buques deben portar un sistema de identificación automática (AIS, por sus siglas en inglés) que utiliza señales GPS para transmitir información sobre su identidad, ubicación y velocidad a otras embarcaciones, satélites y otros receptores cercanos. El problema es que apagarlo no acarrea ninguna penalización, y los sistemas de seguimiento exigidos por los gobiernos no suelen estar disponibles para la comunidad internacional.

Por esa razón algunos barcos pesqueros ocultan su ubicación cuando se acercan a la zona económica exclusiva de otro país, la extensión que abarca 200 millas náuticas ―350km― desde la costa de un Estado y cuya explotación le pertenece. Es lo que hizo el Oyang 77.

La pesca ilegal está también detrás de los grandes vacíos que Global Fishing Watch identificó en el Pacífico noroccidental, las islas Galápagos o Perú, pero no es la única razón por la que las naves desactivan su señal. Otras lo hacen para evitar ser atacados por piratas, como sucede en el golfo de Guinea, o para no dar pistas sobre la ubicación de grandes bancos de peces a la competencia, como en el mar de Bering. En otros casos las motivaciones se desconocen directamente, con las aguas irlandesas como el ejemplo más evidente. El estudio de la organización internacional ha permitido localizar vacíos sospechosos donde ahora se debe impulsar la vigilancia.

Más de un tercio de las poblaciones de peces del mundo han caído por debajo de los niveles biológicamente sostenibles, en parte debido a la pesca ilegal. Y aunque la producción de las piscifactorías ya supera a la de las capturas, la presión sobre la fauna marina no para de aumentar. Proyectos como el de Global Fishing Watch pueden ayudar a monitorizar una actividad altamente desregulada que ha permanecido fuera del radar durante demasiado tiempo.

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