¿Es suficiente la Agenda 2030 para frenar la Crisis Ambiental Global?


 

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Actualmente uno de los principales objetivos de las Naciones Unidas, es conseguir un mundo más sostenible, esto es lo que se promueve en la Agenda 2030, lograr que los países obtengan su desarrollo sin afectar la naturaleza, más bien aprovechando los recursos renovables que esta posee. ¿Sin embargo, son suficientes las metas propuestas por la ONU? ¿Es compatible el modelo de desarrollo construido hasta ahora con la preservación de la naturaleza y la vida?

Son preguntas que nos exigen reflexión y estudio, sobre todo a la luz de la argumentación presentada por los movimientos ecologistas reunidos por el Gobierno de Venezuela en el 2° Encuentro de la Madre Tierra, en la cual hay una cláusula en la cual solicitan que las políticas ambientales mundiales no sean estorbo para el desarrollo de los países suramericanos; lo que suponemos implica permitir el avance extractivista en proyectos como el Arco Minero y la extracción del carbón en el Zulia, alegando que son necesarios para el desarrollo. ¿Vale tanto el desarrollo, o este modelo de desarrollo, como para arriesgar la vida?

Entre los puntos exigidos por la Agenda 2030 se encuentra el objetivo de utilizar cada vez más fuentes de energía renovables, sin embargo cabe preguntarse si esto es suficiente. Muchos países han desarrollado proyectos de energía renovables que impactan de forma profunda los territorios y ecosistemas, causando enormes daños; tales como las represas hidroeléctricas de gran volumen, el caso más emblemático es la de las Tres Gargantas en China. Estos proyectos deben estar acompañados por políticas ambientales mucho más profundas y articuladas, así como un proceso de descentralización y desconcentración de generación energética, rompiendo con la idea de “megaproyectos” y la dependencia a pocas o una única fuente de energía.

La economía circular es otro punto fundamental, sobre todo en lo que se refiere a los plásticos, aunque también abarca los diversos materiales reutilizables; para evitar la acumulación de basura. Sin embargo, la idea de basura debe ser analizada en profundidad, dado que esta es una noción que está determinada por condiciones socio-culturales (lo que es basura para uno para otros no lo es).  En tal sentido, el problema está en considerar como desechos a una infinidad de materiales que pierden una utilidad inmediata en el modo de vida híper-urbano moderno. ¿Podemos entonces, realmente, concebir un mundo sin basura?

Es necesario llegar hasta allí, algo que no se plantea la Agenda 2030, lo cual es necesario, no sólo reciclar, sino que la idea de ver algo como basura sea ridícula, pero ello también es necesario ampliar las visiones de la utilidad de los materiales, afectada también por una vida de consumo.

En general los puntos son bastante amplios y vagos, lo suficiente para que en cada país, cada gobierno, planifique de acuerdo a sus circunstancias particulares, sin embargo efectivamente, las metas al ser tan vagas carecen de indicadores claros para medir su efectividad. Además, se trata de resultados globales, en los que son necesarios las acciones coordinadas de todos los gobiernos del mundo, o al menos de varios gobiernos regionales. Por ejemplo, con respecto al objetivo 14 y la preservación de los océanos; si en el mar Caribe la República Dominicana aborda un plan ambicioso para evitar la degradación del mismo; pero en Venezuela se sigue derramando petróleo, se realiza pesca de arrastre clandestina y se siguen arrojando las aguas contaminadas de las ciudades, al igual que en Colombia o Nicaragua; poco estará haciendo el esfuerzo de los dominicanos. Lo que requiere un profundo compromiso político, el cual hasta ahora no se ha logrado construir.

Si bien es loable el esfuerzo por establecer criterios generales para cumplir, pocos gobiernos son los que se lo toman en serio, más allá de las propagandas. Pero además, como vimos en el pequeño ejercicio supuesto, hace falta más que uno o dos gobiernos se lo tomen en serio y planifiquen, desde su particularidad, es necesario acciones coordinadas, compromisos regionales y establecer criterios más claros y metas más concretas, con el fin de impulsar las medidas, ya urgentes, para la protección de la naturaleza y al menos mitigar los efectos de la crisis ambiental y climática que ya empezó.

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