Aunque se habla mucho del despegue del coche eléctrico, lo cierto es que requiere la concurrencia de una serie de estímulos y la ausencia de presiones intencionadas para que abandonemos el paradigma del vehículo actual: un bien de uso privado con motor de combustión.
Aunque la oferta de modelos de coches eléctricos ha crecido en la última década, y en algunos mercados (como puede ser Noruega) suponen una parte significativa de las matriculaciones (casi el 50%), lo cierto es que se detectan una serie de cuestiones de fondo que dificultan la adopción de esta opción de movilidad sin emisiones. Vamos a repasarlas.
Debilidades
Desde un punto de vista ambiental, el coche eléctrico tiene 2 puntos:
- Las baterías son muy pesadas y necesitan recursos escasos, como es el caso del litio, cuya extracción causa impactos sobre el medio ambiente.
- Otro cuestión es el mix eléctrico que se emplea para recargar las baterías. Si la electricidad que alimenta las baterías se produce quemando combustibles fósiles se diluye parte del beneficio que aporta la electrificación del vehículo.
Los vehículos a baterías tienen además 3 grandes hándicaps de cara al usuario:
- Su precio inicial de compra se percibe como caro. El eléctrico más barato a la venta en 2020 triplica el precio del coche de motor de explosión más barato. El comprador no suele analizar la suma de costes a lo largo del ciclo de vida del bien y sigue siendo muy sensible al precio inicial de compra.
- La recarga es un problema y requiere que los usuarios modifiquen sus hábitos. Si es estándar, puede durar varias horas, lo que la hace incompatible con el repostaje en carretera. Coexiste una recarga rápida en electrolineras con otra lenta en garajes e instalaciones privadas, pero la red de puntos de recarga es todavía escasa.
- La autonomía de estos vehículos es todavía reducida, no superando los 250 km reales en los modelos menos caros, aunque cubre las necesidades habituales de la mayoría de usuarios.
A esto se suma una dotación pequeña de ayudas oficiales a su compra.
Junto a los eléctricos puros coexiste una gama amplia y bastante compleja de híbridos, que van desde los microhíbridos (que solo buscan el derecho a la etiqueta eco) a alternativas enchufables capaces de recorrer bastantes kilómetros en esta modalidad, ya que disponen de un motor eléctrico eficaz.
Fortalezas
- Entre los puntos fuertes del coche eléctrico que lo convierten en la principal opción para el futuro de la movilidad personal, podemos citar los siguientes:
- El tiempo avanza a su favor. El desarrollo de las baterías les permite almacenar más energía en menor peso y tamaño y con un coste inferior. Al mismo tiempo, el mix eléctrico se hace progresivamente más renovable. Para determinar la viabilidad del vehículo eléctrico, es crucial el mix de tecnologías que le proporcionará energía.
- El coche eléctrico no arroja emisiones a la atmósfera. Eso es crucial para limpiar el aire de nuestras ciudades. Incluso un mix eléctrico más sucio saldría a cuenta si a cambio podemos respirar aire limpio en una ciudad servida exclusivamente por vehículos eléctricos.
- El ciclo de vida de un vehículo eléctrico es mucho mayor. Mientras que la vida útil de un coche de motor de explosión es de unos diez años, la de un eléctrico puede ser el doble o el triple, lo que implica reducir a la mitad o a un tercio la huella ambiental de fabricación del vehículo.
- El impacto de operación es muy inferior en el coche eléctrico. No necesitan tanto mantenimiento ni reparaciones como los de motor de explosión, pues tienen una mecánica mucho más sencilla. Tampoco necesitan tantos elementos consumibles, lo que reduce su impacto ambiental.
Un aliado de la electromovilidad: la economía del compartir
Si sustituimos cada coche con motor de explosión por otro eléctrico, lo que conseguimos es tener atascos eléctricos, eso sí, menos contaminantes y ruidosos.
Lo deseable sería que varios coches de motor de combustión sean sustituidos por uno eléctrico. Y para esto contamos con la ayuda de la economía colaborativa y el modelo de vehículo compartido, en sus diversas modalidades.
Contrastando con la lentitud de implantación del coche eléctrico en propiedad, el vehículo eléctrico compartido crece a gran velocidad
Si nos fijamos en el caso de la ciudad de Madrid a comienzos de 2020, había casi 3.000 coches eléctricos de esta modalidad, cerca de 6.000 motos, 3.500 bicicletas y unos 7.000 patinetes.
Esta flota de casi 20.000 vehículos eléctricos se ha formado en apenas 4 años y puede ser el germen de un cambio de mentalidad en el que prime el uso del bien sobre su propiedad.
Si a todo esto le sumamos la conducción autónoma, tal vez estemos ante un sistema realimente ecointeligente. Una flota numerosa de vehículos autónomos podría sustituir a las flotas de transporte público y privado en una ciudad.
Se estima que unos 11 coches en propiedad pueden ser sustituidos por un único vehículo compartido. El coche autónomo puede añadir un elemento a tener en cuenta, la posibilidad de sustituir las flotas actuales de taxis y similares, que a fin de cuentas son coches compartidos con conductor.
Llegados a este punto, esperamos haber clarificado algo el actual escenario en el que se está desarrollando el coche eléctrico, como principal exponente de nuestra movilidad futura.
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