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Cuando el 1 de junio de 2017, desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, Donald Trump anunció que retiraría a Estados Unidos del Acuerdo de París, el presidente de la principal potencia del mundo empleó una de esas frases ideales para hacer creer que un problema complejo puede resumirse en un solo tuit. “Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París”, dijo ante los medios como si el calentamiento global o los gases de efecto invernadero entendieran de algo parecido a las fronteras.
Pero quien directamente representa a los vecinos de Pittsburgh, una ciudad de 300.000 habitantes, ha estado este lunes en la Cumbre del Clima (COP25) que se celebra en Madrid y no está ni mucho menos alineado con Trump. El alcalde de esta ciudad del este de EE UU, el demócrata Bill Peduto, forma parte del movimiento We are still in –“seguimos dentro todavía”, en inglés– y de los grupos de apoyo a la acción climática en los que ya figuran casi 4.000 instituciones y organizaciones estadounidenses que están comprometidos con el Acuerdo de París. Según ha resumido Pittsburgh, parte de su trabajo consiste en desmentir que “el humo es señal de progreso”.
De ese movimiento de resistencia climática forman parte 25 Estados de EE UU, 534 ciudades y más de 2.000 empresas y grupos inversores, además de otras instituciones educativas y culturales. Todos unidos, representan el 68% del PIB de EE UU, el 65% de la población estadounidense y el 51% de todas las emisiones de este país. “Si fueran un país, estas coaliciones estadounidenses serían la segunda economía más grande del mundo”, ha explicado este lunes Nathan Hultman, director del Centro para la Sostenibilidad Global y coautor de un informe sobre los progresos de esta coalición, que nació en 2017 tras el anuncio de Trump. “Hay líderes como los de California o Nueva York, y muchos otros lugares a lo largo de EE UU, que están tomando acciones climáticas. Y no lo hacen solo por el clima, lo hacen por los beneficios para la salud, por los nuevos trabajos... Lo hacen para transformar la economía de EE UU”, añade la otra autora de esta investigación, Carla Frisch, miembro del Rocky Mountain Institute, una organización dedicada a la investigación sobre sostenibilidad.
El informe presentado este lunes pronostica que, solo con las acciones que han puesto en marcha las Administraciones locales y estatales, las emisiones globales de EE UU caerán un 19% en 2025 respecto a los niveles de 2005; y un 25% en 2030. Y, si tras las elecciones de 2020 EE UU vuelve al Acuerdo de París y se suma a esta lucha, los autores del informe sostienen que los recortes en 2030 podrían llegar hasta el 49%. Pero, como advierte Frisch, “se necesita una acción conjunta de las dos Cámaras y el presidente y las agencias federales que dependen de él”.
Esta alianza de resistencia climática frente a Trump tiene ya más de dos años y ha estado presente en otras cumbres. Pero la de este año es especial, porque el 4 de noviembre el presidente de EE UU inició el proceso formal para sacar a su país del Acuerdo de París, tal y como había anunciado en junio de 2017. Hasta este 4 de noviembre el republicano Trump no podía iniciar la denuncia del pacto climático y no será hasta noviembre de 2020, cuando se celebran las elecciones presidenciales, cuando se complete esa salida.
Para mostrar la otra cara de EE UU, la comprometida aún con la lucha internacional climática, el Partido Demócrata ha enviado una gran delegación a la Cumbre del Clima de Madrid. En el arranque participó Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de EE UU. “Hemos venido aquí para decirles que seguimos dentro”, explicó Pelosi. Durante esta segunda semana de cumbre la representación demócrata seguirá siendo alta; participarán Michael Bloomberg, que aspira a ser el candidato demócrata en 2020, el exsecretario de Estado John Forbes Kerry o el exvicepresidente Al Gore.
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