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Un nuevo informe ha llegado a nuestras manos en el que se concreta una seria advertencia de lo que puede suponer en un futuro cercano la crisis climática en la que estamos envueltos.
Son, nada más y nada menos, 11.258 científicos y expertos de 153 países los que anuncian en un artículo en la revista BioScience un sufrimiento humano sin igual si no se actúa con cambios urgentes y radicales con el fin de reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros factores nocivos.
Este es el escenario al que nos enfrentamos si no tomamos medidas urgentes (y radicales) para reducir las emisiones de CO2 y otros factores que determinan la emergencia climática que nos está amenazando.
Según se aparece en este informe, los científicos tienen una obligación moral de advertir a la humanidad acerca de cualquier gran amenaza. Sobre la base de la información que se tiene, es claro que encaramos una emergencia climática
Para llegar a estas conclusiones, de alguna manera catastrofistas, los científicos analizaron la información recogida y publicada durante más de 40 años sobre el uso de la energía, las temperaturas en la superficie terrestre, el crecimiento de la población, la extensión de cultivos, la deforestación, la pérdida de hielo polar, los índices de fertilidad, las emisiones de dióxido de carbono y el producto interior bruto de las naciones.
El punto de partida de estos estudios fue la Primera Conferencia sobre Cambio Climático, celebrada en Ginebra (Suiza) en 1979, a la que han sucedido asambleas similares hasta concluir en la actualidad que la amenaza de la crisis climática es real y que es necesario que gobiernos, corporaciones y ciudadanos adoptemos medidas para mitigar o eliminar sus consecuencias.
Es relevante que este informe incluya indicadores que los investigadores describen como señales vitales relacionadas con ese cambio y las áreas que requieren esa acción global inmediata que comentábamos.
Este manifiesto, además de plantear los problemas más acuciantes, esboza 6 medidas urgentes para combatir esta crisis climática. Vamos a repasarlas:
1. Cambio en el modelo energético
Como primer punto a abordar se propone el cambio de modelo energético o transición energética, es decir, el paso del uso masivo e indiscriminado de combustibles fósiles a las energías procedentes de fuentes renovables y limpias.
Eso pasa principalmente por reducir hasta eliminar la extracción de recursos como carbón, petróleo y gas natural, eliminar cualquier tipo de ayuda o subsidio a las compañías que operan con estos combustibles fósiles, imponer tarifas disuasorias para restringir el uso de este tipo de fuentes de energía no renovables, fomentar los planes de eficiencia energética, e implantar de manera decidida el autoconsumo de energías limpias.
2. Reducción de los gases contaminantes
Otra cuestión clave es la reducción de manera inmediata de las emisiones de gases contaminantes como el carbono, el metano y los hidrofluorocarbonos (HFC), que son unos compuestos responsables del efecto invernadero y el calentamiento global.
Esta medida, implementada de manera urgente y radical, podría reducir las preocupantes estimaciones de alza de las temperaturas medias globales en el Planeta para las próximas décadas.
3. Protección de los ecosistemas
Es necesario un mayor compromiso con nuestro entorno y los recursos naturales. Entre las medidas propuestas destaca la restauración y protección de ecosistemas como bosques, praderas, mares y humedales.
La conservación de estos espacios naturales, además de su valor intrínseco para el mantenimiento del capital natural y su biodiversidad, contribuiría a la retención de CO2 atmosférico, gas clave en el efecto invernadero.
4. Cambios en los hábitos de alimentación
Cada vez es más evidente que los insostenibles hábitos de alimentación occidental no pueden ser adoptados por el resto de la humanidad, por lo que tienen adaptarse para hacer frente a la crisis climática.
Recientemente, el IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) propuso reducir el consumo de carne para mitigar la huella ecológica. Ahora, los expertos reclaman una dieta basada principalmente en vegetales y con un menor consumo de productos animales.
Este cambio podría reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), liberando a su vez, tierras agrícolas para el cultivo de alimentos humanos en lugar de alimentos para el ganado.
Asimismo, los científicos piden frenar el desperdicio de alimentos, que supone el no aprovechamiento de un tercio de todos los alimentos producidos.
5. Transición a una economía baja en carbono
En lo que se refiere a la economía, y en consonancia con la transición energética y la reducción de emisiones, es necesario abandonar la actual economía basada en los combustibles fósiles que emiten de carbono.
Para ello habrá que buscar alternativas para reducir la extracción de materiales y la explotación de los ecosistemas para mantener la sostenibilidad de la biosfera a largo plazo.
También será necesario cuestionar la tendencia actual de basar los objetivos de crecimiento en el producto interno bruto (PIB) y estudiar alternativas basadas en ciertos modelos de decrecimiento.
6. Estabilización de la población humana
También hay consenso en que lo que sobra en el Planeta son humanos, por lo que las últimas medidas deben hacer frente al problema de la sobrepoblación.
Se propone estabilizar la población mundial, que según las estadísticas aumenta en más de 200.000 personas por día, utilizando enfoques que garanticen la justicia social y económica.
A pesar de lo importante de estas preocupaciones y de la magnitud de los esfuerzos que reclaman, científicos y expertos expresan esperanza y optimismo al constatar un reciente aumento de nuestra atención a la emergencia climática que tenemos en ciernes.
¡Lo siguiente es pasar de la atención a la acción antes de que sea demasiado tarde!
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