La biodiversidad somos nosotros

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La diversidad biológica es fundamental para la salud y el bienestar de los seres humanos. Por ello, desde el año 2000, cada 22 de mayo se celebra el Día Internacional de la Biodiversidad, que visibiliza, también, la importancia del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU. António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, ha instado en innumerables ocasiones a Gobiernos, empresas y sociedad civil a «adoptar medidas urgentes para proteger y gestionar de manera sostenible la frágil e imprescindible red que sustenta la vida en nuestro único y excepcional planeta». Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados para salvaguardar la naturaleza, los escenarios son poco halagüeños: más de un millón de especies están en peligro de extinción, según el último estudio publicado por IPBES sobre el estado de los ecosistemas.

Los 400 científicos que firman esta investigación ponen encima de la mesa una realidad incontestable: el planeta está perdiendo especies a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad. Los últimos 50 años han sido demoledores para la biodiversidad, ya que el 75% de la superficie terrestre ha sufrido alteraciones y más del 60% de la oceánica está experimentando efectos acumulativos. Para Sonia Castañeda, directora de la Fundación Biodiversidad, estos datos científicos son alarmantes y «ponen de manifiesto la urgencia del problema y la necesidad de actuar ya».

«La biodiversidad es esencial para que la vida en la Tierra funcione, para el bienestar social y, en definitiva, para que las actividades económicas se puedan desarrollar», asegura. Y habla sin titubeos: «Las personas necesitamos a la naturaleza, pero la naturaleza no nos necesita a nosotros».  Si los ecosistemas se ven deteriorados, dejarán de cumplir su función, y muchas especies —incluida la humana— sufrirán las consecuencias, pero «el planeta continuará donde está: se reajustará y seguirá funcionando».

España está no ajena a esta realidad global: es uno de los puntos calientes en biodiversidad a nivel mundial y el país con mayor riqueza ecosistémica de Europa, lo que la hace más resiliente a los efectos del calentamiento global. Sin embargo, por nuestra situación geográfica, somos tremendamente vulnerables a su impacto. Por eso, Castañeda remarca la importancia de cuidar nuestra biodiversidad nacional por tratarse de «una aliada imprescindible en la lucha contra el cambio climático».

Con toda esta información sobre la mesa, es válido preguntarse qué podemos hacer como sociedad y como individuos para ayudar a proteger nuestra biodiversidad, y aquí entra en juego nuestro rol de consumidores. Como tales, tenemos un gran potencial a la hora de cambiar parámetros tan básicos como la manera en que consumimos y producimos o cómo gestionamos los residuos de todos los productos que entran en nuestros hogares a diario. «La biodiversidad es vida, es un elemento clave de nuestro bienestar social: está en nuestra nevera, en nuestro botiquín y en nuestra casa», explica la experta.
Queda claro que la biodiversidad no solo está presente en los espacios naturales. Cada gesto, cada compra, puede contribuir a proteger o dañar los ecosistemas y, por ello, Castañeda nos insta a que hagamos todo lo posible por protegerlos: «Nuestra supervivencia y calidad de vida dependen de la biodiversidad». Su destrucción, además, funciona como detonante del cambio climático, retroalimentándose en un ciclo sin fin.

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