El ‘slow shopping’ se hace con los supermercados: vuelven los productos a granel



Una rápida búsqueda de las palabras “tienda a granel” en el gigante de los buscadores arroja ya más de 10 millones de resultados. Por todas partes surgen movimientos que suman cada día más adeptos al cambio radical de nuestro consumo, promoviendo la vuelta a un producto sostenible, artesano y duradero, que nos permita soltar el lastre del usar y tirar. ¿Estará logrando la revolución del slow shopping plantar cara a nuestro arraigado consumismo?
En España producimos 111 millones de toneladas de residuos al año, de los cuales solo se recicla un 29’7%, según datos de Eurostat. De ese porcentaje, un 8% son envases domésticos, el equivalente a 1.399.582 toneladas. Pero no es, ni mucho menos, suficiente. Además de aumentar las tasas de reciclaje, reducir nuestro consumo es tan urgente como imprescindible.
El mundo consume más de 20.000 botellas de plástico por segundo y más de 8 millones de toneladas de plástico son arrojadas al mar cada año. Estas cifras, ofrecidas por The Guardian y la ONU, reflejan que la destrucción de los ecosistemas y el envenenamiento de nuestros océanos como consecuencia de la contaminación por plástico es ya uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad.

Un alto al usar y tirar

¿Has visto en la cola del supermercado gente con el precio pegado directamente sobre la cáscara de la fruta? ¿O con sus propios tarros de cristal y bolsas de tela para la verdura? Incluso en grandes superficies no enfocadas a la reducción del plástico, cada vez es más habitual que gestos como este no sean algo extraño. Cada día más personas son conscientes de que las pequeñas acciones cotidianas marcan la diferencia para frenar este impacto.
La visión del nuevo consumidor se guía por la preocupación por la salud del medio ambiente y la propia, la reducción de residuos y la elección de productos locales que provengan de una elaboración ética y sostenible. Por ello son muchas las cadenas de supermercados que se están sumando al carro de la vuelta al pasado, y ofrecer alimentos a granel es uno de los puntos más calientes de esta transformación.
Frutas, verduras, frutos secos y legumbres que van directos del supermercado al tarro, ahorrando no solo el envase, que en escasos minutos irá a la basura, sino también los recursos de su producción y posterior reciclaje, si se recicla. “En la economía circular es fundamental la reducción en el uso de materias primas vírgenes y su sustitución por materiales reciclados”, afirman al respecto desde Ecologistas en Acción.
Otro de los puntos positivos de comprar al peso es la disminución del desperdicio alimentario al tener la posibilidad de elegir la cantidad exacta que se necesita. Los detractores de este sistema aluden a la pérdida de seguridad alimentaria al no contar con una atmósfera protegida por el envase. Sin embargo, a día de hoy el 69% de los alimentos marinos contiene ya microplásticos, según afirmó un estudio de la Universidad de Alicante, por lo que la seguridad alimentaria ya está viéndose gravemente afectada por la plaga de plásticos.

Otros gestos para ayudar al planeta

Slow food, slow fashion, slow travel... Por todas partes surgen movimientos que nos recuerdan que la sostenibilidad debe ser un modo de vida. Aunque reducir nuestro uso de los recursos naturales es primordial, cualquier pequeño gesto como pedir la bebida sin pajita, o un vaso de agua en lugar de una botella de plástico, marca la diferencia en esta carrera de fondo.
Te mostramos la cantidad total de desechos plásticos que contaminan nuestro planeta.
La certificación de los productos que compramos nos guía para asegurarnos de comprar a lugares locales y ecológicos, eligiendo alimentos frescos y de temporada. Adquirir productos que provengan de materiales ya reciclados, decir adiós a las botellas de usar y tirar, moverse en bicicleta, informarse del impacto de las actividades de tu próximo viaje o recoger los residuos que veas en playas y montañas son pequeños hábitos que conllevan un gran cambio.

En la línea de Europa

Que necesitaremos tres planetas en 2050 para mantener el ritmo de consumo actual es algo tan oído que parece no resonar ya en nuestras conciencias. Pero, aunque aún queda mucho por recorrer, países como Alemania o Francia son pioneros en este tipo de establecimientos a granel. A la vez que este auge de alimentos a granel, continúa aumentando la oferta de comida ultra procesada. Pero la última palabra para dejar de ver fruta pelada envuelta en plástico está en manos de la cesta de la compra de los consumidores.
El pasado febrero, el antiguo Ministerio de Medio Ambiente sacó el borrador de la Estrategia Española de Economía Circular (EEEC), en el que advertía de “la insostenibilidad del actual modelo lineal que se ha impuesto como el patrón de desarrollo económico dominante”. Sin embargo, organizaciones como Ecologistas en Acción denuncian que este borrador “representa otra oportunidad desaprovechada para intentar cambiar el recorrido insostenible por el que transcurre la economía española”.
La concienciación ciudadana va abriendo camino a la sostenibilidad entre unas leyes a menudo tardías y una industria del despilfarro que convierte esta lucha en un pulso por un planeta que no espera.


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