«¿Quién dijo que los mejores años son los de la juventud? Yo ahora mismo disfruto más y me lo paso mejor que cuando era joven. Me siento plena, llena de vida y energía», cuenta a Ethic Teresa García. Con sus 82 años, un cáncer de pecho a sus espaldas y dos hijos y un marido fallecidos, parece que nada detiene a esta gaditana de ojos azules.
Cuando su marido murió, hace ya 10 años, Teruca (como le gusta que le llamen) se mudó a vivir con una de sus hijas y su familia porque «mi casa era muy grande y estaba muy vacía, y me gusta estar rodeada de mis nietos», explica. Además, quiere aprender junto a ellos todo lo relacionado con las nuevas tecnologías. «Quién me iba a decir a mí hace 50 años que a estas alturas empezaría a aprender cómo usar Internet. Con lo avispados y pacientes que son mis nietos estoy aprendiendo muy rápido», añade entre risas.
La proporción de personas mayores crece en todo el mundo más rápidamente que cualquier otro grupo de edad, desembocando en un envejecimiento acelerado de la población y en un aumento de la esperanza de vida. Ahora, la media de una persona al cumplir los 65 y jubilarse es de 20 años más. Alrededor del 18% de los españoles son personas de más de 65 años, y cerca del 5% tienen 80 años. Una cifra que se estima alcance el 26% y el 8%, respectivamente, en 10 años, según el último Informe de Envejecimiento en Red del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Mantenerse activo es fundamental para abordar el reto del envejecimiento. «Hacerse mayor tiene sus ventajas. Por eso hay que fomentar la vejez como una ganancia y una oportunidad, y no como una pérdida o un obstáculo», explica Cristina Segura, responsable del Programa de Personas Mayores de Obra Social de la Fundación La Caixa.
A menudo pensamos que hacerse mayor es una complicación en vez de una oportunidad y olvidamos que cumplir años con salud es acumular conocimientos y valores que las nuevas generaciones pueden aprovechar. La edad, lejos de ser un límite, aporta experiencia y sabiduría. Por eso, «el envejecimiento activo implica entender esta etapa de la vida como un ciclo más de crecimiento personal», añade Segura.
Envejecimiento activo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el envejecimiento activo como el proceso en el que se optimizan las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen, favoreciendo sus oportunidades de desarrollo para una vida saludable, participativa y segura. Este proceso se centra sobre todo en la importancia de dar una imagen pública positiva de este colectivo. «Para promover una imagen positiva y real de los mayores, basta con pensar en nosotros mismos. Los mayores no son ellos, sino nosotros dentro de nada, antes de lo que pensamos», explica Francisco Abad, fundador y director de Empresa y Sociedad, organización que además es promotora del Foro Lidea, un espacio que promueve el liderazgo de las personas mayores.
Aunque no lo parezca, todavía existen muchos estereotiposrelacionados con este colectivo y su capacidad para seguir activas. Muchas veces se les considera incapaces de aprender y pasivos, inactivos y sin participación, egoístas y anticuados, rígidos e inflexibles, incompetentes e improductivos, o se alega que ya les queda poco por hacer.
Nada más lejos de la realidad. Como explica Abad, las personas mayores en España dedican una media de 8 horas semanales a actividades de voluntariado y 12 horas a cuidados de familiares. Además, más de 40.000 están matriculadas en la universidad. Pero lo más importante, «son las personas que han construido nuestro país y la sociedad en la que vivimos».
El envejecimiento activo, por tanto, significa dar a las personas mayores la posibilidad de participar plenamente en la sociedad, fomentar sus oportunidades de empleo, permitirles contribuir activamente a través del voluntariado y de programas intergeneracionales y dejarles vivir con independencia adaptando la vivienda, las infraestructuras, la tecnología y el transporte. Como explica Cristina Segura, hay tres ejes que se deben contemplar: «el envejecimiento saludable (actividad física), la formación (continuar aprendiendo a lo largo de la vida) y la actitud (activa y comprometida para que las personas mayores sigan formando parte de la sociedad, a través de voluntariado en asociaciones o participación en las tareas domésticas y familiares)».
Entonces, ¿cómo se puede fomentar su participación en la sociedad? En opinión de Francisco Abad, el mundo empresarial es indispensable para alcanzar tal reto, «especialmente el emprendedor, que permitirá que contemos con productos y servicios mejores a un precio infinitamente menor, clave para que vivamos mejor en un escenario de pensiones públicas aceleradamente decrecientes», reconoce.
Por parte de las empresas y las administraciones, el desafío es mejorar las oportunidades de envejecer activamente y de promover el modelo de calidad de vida autónoma e independiente, actuando en ámbitos tan diversos como el empleo, la sanidad, los servicios sociales, la formación de personas adultas, el voluntariado, la vivienda o las nuevas tecnologías. «Tenemos que trabajar de forma complementaria y coordinada para dar oportunidades y, sobre todo, para generarlas», apunta la responsable del Programa de Personas Mayores de Obra Social La Caixa. Y defiende que es fundamental promover actividades de voluntariado y de participación para que puedan difundir su conocimiento y sabiduría.
En la Obra Social La Caixa tienen experiencia: pusieron en marcha los primeros proyectos dirigidos a personas mayores hace más de 100 años.En la actualidad tiene en marcha iniciativas en más de 600 centros en toda España, de los cuales 63 son propios (el resto son de la Administración Pública). «Hay que trabajar de forma complementaria y coordinada, porque todos sumando esfuerzos conseguimos un resultado más potente», añade Segura.
Ciudadanía comprometida
Los ciudadanos juegan un papel clave en el envejecimiento activo y el empoderamiento de las personas mayores. «En una sociedad cada vez más iconoclasta, somos cada uno de nosotros los que debemos desempeñar un papel activo. Si no protagonizamos nuestro futuro, nadie nos hará protagonistas», apunta Abad.
La sociedad actual sigue percibiendo a las personas mayores como un estorbo. Es crucial que las nuevas generaciones aprendan y luchen por cambiar esta percepción, ayudando a nuestros mayores a mantener un envejecimiento activo, a combatir el deterioro cognitivo, a mantenerles conectados a la sociedad de la cual siguen formando parte, a mejorar su calidad de vida. «Hay que trabajar para cambiar la mirada hacia los mayores. El empoderamiento pasa por el derecho de las personas mayores a decidir sobre su propio futuro, porque tienen capacidad más que suficiente para hacerlo, como han estado haciéndolo toda su vida», recuerda Segura.
Pero reconoce que como sociedad nos falta retorno en dignidad y respeto. «Las personas mayores ya muestran lo comprometidas que están con la sociedad, ahora la sociedad tiene que demostrar lo comprometida que está con ellos».
«En mi vida he pasado por muchas cosas, buenas y no tan buenas, y de todas he aprendido siempre algo. Ahora me gusta compartir con mis hijos, nietos y amigos de la asociación de mayores de la parroquia todas las experiencias que me han hecho ser lo que soy», concluye Teruca antes de marcharse a una de sus citas semanales de voluntariado.
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