Para el
2050, es probable que dos de cada tres personas vivan en ciudades con un
continuo crecimiento de la urbanización, en especial en África, y la tendencia
apunta a que 40% de ese crecimiento tendrá lugar en barrios marginales. Quince
de las veinte ciudades más grandes del mundo, cada una con una población de más
de 10 millones, están ubicadas en áreas costeras directamente amenazadas por el
cambio climático.
El clima
cambiante, la mayor intensidad y frecuencia (sin mencionar la imprevisibilidad)
de tormentas y ciclones, las graves inundaciones estacionales y la lentitud del
aumento del nivel del mar son factores que contribuyen a socavar la capacidad
de recuperación de estas ciudades en rápido crecimiento. En algunos países los
riesgos son enormes. Por ello, las inundaciones urbanas en los países en
desarrollo, donde los barrios pobres son habituales y la infraestructura de
protección a menudo es débil, han causado estragos en ciudades como Manila, Río
de Janeiro, Chennai y muchas otras.
Con el
crecimiento de la población surgen necesidades masivas en términos de
infraestructura, lo que se traduce en una inversión del gobierno de unos 70
billones de dólares en áreas críticas como las telecomunicaciones, el agua y la
energía del transporte por carretera y ferrocarril antes de 2030. Aunque esta
infraestructura es fundamental para mantener el crecimiento económico y
proporcionar servicios a los ciudadanos, en realidad puede aumentar el riesgo.
India tiene cuatro de las 20 ciudades más vulnerables a las inundaciones y,
dado su crecimiento, la exposición al riesgo de desastres exige una inversión
de US$14,3 mil millones que podría aumentar a más de US$150 mil millones para
el 2030.
Para el
PNUD, la cuestión crítica es la de los riesgos y, en particular, garantizar que
el desarrollo esté orientado al riesgo. Para las ciudades, ello significa
garantizar que la infraestructura fundamental para satisfacer las necesidades y
aspiraciones de las personas y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS) debe estar basada en una plena comprensión de los riesgos críticos, y
saber cómo esa infraestructura puede contribuir al riesgo si no se planifica e
implementa correctamente.
Por un lado,
esto ya está incorporado en el trabajo del PNUD a través de nuestros programas
de reducción del riesgo de desastres de larga data y de nuestra labor de
recuperación resiliente; asimismo, nuestros esfuerzos se están intensificando
al darle mayor importancia a nuestros servicios de creación de capacidad para
el gobierno.
Sin embargo,
el desarrollo de la infraestructura orientada al riesgo también se trata de
nuevos trabajos y nuevas relaciones, mirando hacia el listón alto que han
dejado los ODS. Estamos trabajando con la industria de seguros para integrar su
conocimiento en modelos en materia de riesgos en la planificación e
implementación de nueva infraestructura. Estamos trabajando con BlackRock y
otros aliados en nuevos instrumentos de financiación destinados a una
infraestructura resiliente, que ha creado una sólida articulación del riesgo
como un criterio clave para la elegibilidad de proyectos. Además, buscamos
invertir en la protección de recursos naturales, como los arrecifes, con miras
de proteger y mejorar la infraestructura.
El mensaje
fundamental es que la infraestructura urbana solo será sostenible si toma en
cuenta los riesgos derivados del cambio climático. Sin esto, muchos, y no solo
unos pocos, se 'quedarán atrás' para 2030.
Comentarios
Publicar un comentario