Las 3 vertientes sostenibles del consumo colaborativo

Compartir, reutilizar, alquilar, intercambiar un articulo y aprovechar las habilidades de cada persona: estos son los principios de la llamada Economía Colaborativa, el modelo económico sostenible basado en el intercambio y uno de los 10 conceptos que van a cambiar el mundo según la revista TIME.
Hace mucho tiempo, las personas no tenían tanta cantidad de bienes a su alcance como tenemos hoy en día, pero lo poco que tenían, lo compartían. Luchaban juntos por salir adelante, viviendo en comunidades donde los miembros se ayudaban unos a los otros.
Con la Revolución Industrial, entramos en una época también llamada de la propiedad, ya que permitió que cada trabajador con el tiempo tuviera su propio coche, su propio frigorífico …
Con el tiempo se llegó a una sociedad consumista, que se ha convertido en una sociedad de hiperconsumista, una sociedad obligada a consumir para que continúe la prosperidad económica.
En 2008 la economía global quebró, y la crisis entró en nuestras vidas. Desde entonces, el consumidor europeo se puso en modo de gestión de crisis
Pero aún hay esperanza de cambio. La sociedad actual, que cada vez está más conectada gracias al progreso técnico, y que tiene un creciente deseo de que triunfe la ética y el sentido común, nos está guiando a una sociedad donde triunfa el consumo colaborativo, la economía colaborativa.

Diferencias de género en las tendencias del consumo colaborativo en España

Cuando decimos que el consumo colaborativo es sostenible es porque tiene cualidades en las 3 vertientes de la sostenibilidad, también conocido como triple balance:

Vertiente económica

Si el consumo colaborativo alimenta valores sociales, tales como el intercambio o el desarrollo sostenible, su crecimiento en los últimos años se debe principalmente a las condiciones económicas y la disminución del poder adquisitivo.
Dentro del marco de la crisis económica, la cultura de la compra inteligente ha hecho posible que los consumidores puedan seguir comprando, pero controlando mucho más el presupuesto.
Así, el éxito del consumo colaborativo parece ser una opción de sentido común, y la única alternativa para que la gente viva como antes, pero de una forma más barata.
Cuando nos preguntamos si consumimos todo lo que nos gustaría, un estudio del Observatorio Cetelem muestra que el 71% de los europeos cree en la falta de recursos
Desde hace varios años, el consumidor europeo se puso en modo de gestión de crisis. El desempleo y el plan de austeridad, entre otros, han sido consecuencias de la crisis. Frente a las restricciones que se le impusieron , el consumidor europeo ha demostrado su capacidad de respuesta y adaptabilidad.

Los españoles que optan por el consumo colaborativo, alejándose así del sistema tradicional de propiedad de bienes y servicios, podrían llegar a embolsarse cada año un ahorro medio por persona de 934 € anuales, según un estudio de Avancar.
El consumo colaborativo permite ahorrar dinero de una manera, pero también permite a la gente conseguir ingresos extras, mediante la monetización del bien o servicio que se presta, y la valoración de los conocimientos y el tiempo prestado.
Este trato en el que ganan ambas partes es el mejor argumento por el que cada vez más personas están de lado del Consumo Colaborativo.

Vertiente social

Hoy en día, están resurgiendo los lazos sociales y la colaboración. Elementos que la sociedad de consumo y el individualismo han ido consumiendo, hasta casi su extinción. Esta dimensión social es también en gran parte lo que explica el éxito de las plataformas de consumo colaborativo.
De este modo, el consumo colaborativo está en auge, y viene para quedarse. Los usuarios que utilizan las distintas plataformas de Consumo Colaborativo, como las que hemos citado hace un momento, crean comunidad dentro de ellas, y su capacidad para ayudar a los demás y participar justamente, son valoradas positivamente por el resto de usuarios.
Rachel Botsman, autora junto a Roo Rogers en 2010 de Lo que es mío es tuyo: el auge del consumo colaborativo, nos dice que nuestra participación en plataformas sociales y en las redes sociales, definen cómo nos expresamos. Nos olvidamos y salimos de la cultura del hiperindividualismo para compartir con los demás nuestra vida. Esto es lo que podemos llamar la transición de la cultura del yo a la cultura del nosotros.
La sociedad consumista, impulsa el individualismo. Por ejemplo, en zonas urbanas, donde estamos rodeados de miles de personas, en realidad parece que estamos solos. En ocasiones, no conocemos ni a nuestros vecinos.
Por supuesto, esto es perfecto para las grandes multinacionales, que no les interesa que herramientas y otros utensilios sean utilizados por varias personas, y tal vez, preferirían que no pidiésemos nada prestado a nuestros vecinos. Gracias a la economía colaborativa, el concepto de vecino está cambiando.
Gracias a estas nuevas herramientas tecnológicas de consumo colaborativo, el barrio ya no es un simple concepto geográfico, sino un sistema de valores compartidos, que transforma a todos los usuarios de las herramientas colaborativas, en buenos vecinos.

Vertiente ecológica

También hemos visto en los últimos años el impacto ambiental que cada uno de nosotros genera a través de su forma de consumir.
En la percepción de la gente, este consumo colaborativo está relacionado con un modo de vida más ecológico, pero ¿por qué?
La mayoría de las personas vivimos en una sociedad centrada en el consumo, la que podemos llamar la sociedad de la abundancia material. Tenemos demasiadas cosas.
Sin embargo, el Consumo Colaborativo, aboga por la utilización de un mismo producto por varias personas, optimizando el uso de los mismos, satisfaciendo las mismas necesidades, pero reduciendo el número de productos en circulación.
Esto reduce la presión sobre los recursos naturales necesarios para producir estos artículos y la cantidad de residuos que se generan desde el proceso de producción hasta el final de la vida del producto.
Es lo mismo para compartir el coche, el enfoque ecológico de la naturaleza o la compra directa al productor que promueve el consumo local mediante la reducción del transporte.

La confianza es la principal brecha del consumo colaborativo

Después de lo visto, ya sea por motivos humanos, ecológicos o financieros, cada uno de nosotros puede encontrar interesante el formar parte de la economía colaborativa.
Por ello parece que nada va a impedir el rediseño de nuestra sociedad y la transformación de nuestra sociedad de consumo en la sociedad de la colaboración.

https://www.ecointeligencia.com/2015/02/3-vertientes-sostenibles-consumo-colaborativo/


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