El decálogo de la Smart City


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La Smart City se concibe como un ecosistema complejo en el que coexisten y operan diferentes agentes sobre diversas arquitecturas de sistemas y tecnologías que permiten prestar con mayor eficiencia servicios a los ciudadanos.

En el caso de una ciudad convencional, el camino requiere de cambios estructurales profundos para modernizar sus infraestructuras y servicios, con una visión global, trasversal y homogénea, sin dejar de funcionar en ningún momento.

Estos son los 10 factores clave que llevan al éxito de la Smart City:

La Smart City es un medio para avanzar hacia un modelo de ciudad propio que cada ayuntamiento o corporación local debe definir en un plan a largo plazo, involucrando a todos los agentes y de manera especial al ciudadano, asegurando su participación: un plan que se debe consensuar y comunicar para asegurar su continuidad en el tiempo.

A la hora priorizar recursos y seleccionar ámbitos de actuación, la Administración Pública debería tener en cuenta que los ciudadanos identifican el concepto de Smart City con las posibilidades que brinda la tecnología para mejorar la calidad de vida en las ciudades. Estas mejoras las vinculan con la aplicación de la tecnología a los ámbitos de emergencias, atención al ciudadano, protección medioambiental, transporte publico inteligente y alumbrado eficiente, siendo los servicios inteligentes en torno a la teleasistencia y la educación abierta donde manifiestan mayor propensión a opciones de pago.La teleasistencia es un servicio indispensable en la Smart City.

A nivel local, el principal impulsor del proyecto de Smart City debe ser el alcalde, quien debe marcar las prioridades en la agenda y asegurar los recursos suficientes y buscar los consensos que aseguren la pervivencia en el largo plazo del proyecto más allá de la alternancia entre partidos.

Es necesario impulsar un cambio organizativo en el ayuntamiento que permita abordarlo con visión transversal y recursos suficientes: los esfuerzos en torno a la Smart City han de salir del ámbito de las tecnologías y considerarse una apuesta estratégica con dependencia directa del alcalde.

Con independencia de la escala, es interesante que se fomenten fórmulas de colaboración entre ayuntamientos y corporaciones locales.
A nivel institucional es clave mantener el apoyo e impulsar un marco legal más favorable a la inversión, permitiendo plazos más largos, agrupación de servicios y contratación por objetivos y modelos de compra pública innovadora.
Para asegurar la sostenibilidad de estos proyectos, es imprescindible involucrar al sector privado, apalancándose en sus conocimientos, capacidades y recursos, generando nuevos modelos de negocio.

La integración horizontal de los servicios en una plataforma Smart City es la piedra angular que permite a la ciudad ser inteligente. Los servicios verticales (alumbrado, gestión de residuos, movilidad…) que se han dotado de inteligencia deben poder interconectarse transversalmente con el fin de obtener sinergias entre ellos.En la Smart City se trabaja en la mejora de la ecoeficiencia del alumbrado

La plataforma debe ser abierta, estándar e interoperable para conseguir mayor escala, una evolución flexible a menores costes, y asegurar que se desarrolle plenamente el ecosistema innovador en torno a la Smart City.
Facilitar datos abiertos permite la mejora y desarrollo de nuevos servicios por parte de empresas y ciudadanos, que permite generar valor a través de los datos.
Puedes acceder a más información sobre la Smart City en el estudio realizado por el Centro de Innovación del Sector Público de PwC e IE Business School y titulado Smart Cities: La transformación digital de las ciudades.


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