El transporte ecológico en las ciudades: una apuesta por la bicicleta eléctrica




by Colaborador Blog Energia Sostenible

Hoy en día, debido a los altos índices de contaminación que asolan a las principales ciudades de nuestro país y, en general, de todo el mundo, la preocupación por los sistemas de transporte es máxima. De hecho, hemos asistido, en los últimos tiempos, a la proliferación de infinidad de vehículos ecológicos que prometen ser totalmente inocuos para el medio ambiente.

Sin embargo, ¿lo son plenamente? ¿Pueden competir con los beneficios que, en este sentido, sigue brindando el transporte público? En este artículo vamos a analizar los diferentes tipos y a explicar el que, a nuestro juicio, es el mas sostenible y el que mejores prestaciones aporta.

El transporte público

El transporte público, en la mayoría de sus formas, sigue presentando grandes ventajas respecto al resto de sistemas ecológicos. Esto se debe, fundamentalmente, a que consigue reducir la cantidad de emisiones por persona al permitir que un gran número de ellas se mueva conjuntamente. Sin embargo, no todos los sistemas son iguales. Vamos a verlos:

Autobús urbano. El más clásico de todos. Aunque algunos modelos montan motores híbridos que funcionan con electricidad o propano además de gasolina, son los que poseen una mayor alta cuota de emisiones de gases de efecto invernadero por usuario. Sin embargo, son capaces de llegar a sitios que otros medios no pueden y, además, en los más grandes pueden caber entre 50 y 100 personas sin dificultad. Hay ciudades en nuestro país donde algunos autobuses funcionan con biodiesel, y en otras ciudades se están empezando a utilizar autobuses propulsados con pilas de hidrógeno, un sistema que hasta hace muy poco estaba en fase de investigación y que poco a poco empieza a ser una realidad.

Metro y tren de cercanías. Los más eficientes de todos los transportes urbanos públicos. Además, en líneas generales, también son los más rápidos. Y es que, al no estar sujetos al tráfico, los retrasos son muy raros. Sin embargo, generan un gran impacto en las ciudades, sobre todo, durante su construcción. A pesar de ello, son 108 veces más eficientes que el taxi y 5 veces más que el autobús urbano. Cifras que, sin lugar a dudas, les concede un lugar de privilegio.

Taxis y vehículos compartidos. La alternativa de transporte más contaminantes de esta división. A pesar de que generan menos gases de efecto invernadero que el vehículo particular, no son eficientes. Sin embargo, sobre todo en el caso de los vehículos compartidos, su uso puede entenderse como correcto en desplazamientos largos entre diferentes ciudades.

Coches eléctricos

Los coches eléctricos, es decir, aquellos cuyos motores funcionan, única y exclusivamente, a partir de electricidad como por ejemplo los de la pionera marca Tesla, son una alternativa ideal a los vehículos con motores de combustión interna a los que estamos acostumbrados. Esto se debe, fundamentalmente, a que no emiten CO2, por lo que, en este sentido, son inocuos para la atmósfera.

Sin embargo, no pueden considerarse como la alternativa de transporte perfecta para el medio ambiente. Esto se debe, fundamentalmente, a que el proceso de construcción de un coche de estas características puede llegar a más  emisiones que el de uno convencional. Además, a esto hay que añadir lo que para el entorno suponen las baterías que emplean y los compuestos de los que están hechas. No obstante, la investigación en nuevos materiales para crear baterías con mejores prestaciones y más ecológicas sigue su curso y se esperan obtener resultados prometedores en los próximos años.

Motocicletas eléctricas

Poseen, en líneas generales, los mismos pros y los mismos contras que los coches eléctricos. Sin embargo, cuando se trata de motocicletas, puesto que están pensadas para hacer trayectos cortos, son muy recomendables para desplazamientos dentro de las ciudades. Además, por esta circunstancia, la vida de sus baterías es más prolongada y, de igual modo, al ser más pequeñas, generan un menor impacto en el medio ambiente cuando dejan de ser útiles.

Bicicletas normales

Sin duda, se trata del medio de transporte más sostenible y con la menor huella de carbono que existe. De hecho, lleva siendo así durante siglos. Y es que, al moverse, única y exclusivamente, a partir de la potencia generada por el usuario con sus piernas durante el pedaleo, su nivel de emisiones es cero. Además, durante el proceso de fabricación, tampoco generan una gran cantidad de emisiones.

Pero no todos son ventajas a la hora de hablar de la bicicleta convencional. Esto se debe, fundamentalmente, a que muchas ciudades no están preparadas para dar el correcto espacio a estos vehículos y, además, algunos terrenos hacen prácticamente imposible su uso. De hecho, se requiere una excelente condición física para hacer frente a muchas cuestas con elevada pendiente. Esto empuja a los usuarios a que, para trayectos largos, opten por otras alternativas menos ecológicas.

Bicicletas eléctricas

Las bicicletas eléctricas (también conocidas como ebikes) utilizan baterías y, por lo tanto, no están exentas de los mismos contras que ya hemos comentado respecto a los coches y motocicletas eléctricas. Sin embargo, merecen una consideración especial. Por un lado, su tamaño es bastante reducido, lo que hace que su eliminación no sea tan traumática. Por otro, es el usuario el que elige cuándo hacer uso de ella y cuándo no mediante el accionamiento del motor.

Esto, en líneas generales, solventa los principales problemas que presenta la bicicleta convencional como medio de transporte en entornos urbanos y de extrarradio. En primer lugar, gracias a esa potencia adicional que brinda el motor incorporado con su correspondiente batería, pueden circular a velocidades bastante cercanas a las alcanzadas por los vehículos de combustión en este tipo de entornos. De hecho, a pesar de que están limitadas, llegan a entre 25 km/h y 30 km/h sin excesivos problemas.

Por otra parte, gracias a ellas, ya no hay que albergar ningún temor a una cuesta pronunciada. Y es que, a pesar de que son más pesadas que las convencionales debido a la incorporación del motor y la batería en su estructura, lo cierto es que estos elementos están preparados para superar cualquier dificultad de estas características con bastante solvencia.

Por lo tanto, llegados a este punto, queda patente que, como mínimo, la bicicleta eléctrica, aunque no puede llegar al nivel de eficiencia de una bici convencional, si nos atenemos a su funcionalidad y respeto al medio ambiente, es el sistema de transporte ideal en términos de emisiones y contaminación atmosférica.

Conclusiones de la comparativa

De esta comparativa es posible extraer muchas conclusiones. La primera radica en el hecho de que los vehículos de combustión interna, ya sean taxis, coches compartidos o, en menor medida, los autobuses urbanos, son las peores opciones en términos de movilidad respetuosa con el medio ambiente. Lo mismo puede decirse, teniendo en cuenta el impacto que generan en su fabricación y en la eliminación de sus baterías, de los coches y motocicletas eléctricas.

Por su parte, el metro y el tren de cercanías son, sin duda, la alternativa ideal para transportes interurbanos largos. Sin embargo, en ningún caso pueden competir con la bicicleta convencional, aunque teniendo en cuenta los contras de movilidad que puede llegar a suponer dentro de este entorno, puede decirse que la bicicleta eléctrica, efectuando un ejercicio de equilibrio entre sus pros y sus contras, es el sistema más cercano a la perfección. Sin lugar a dudas, esta es la razón por la que cada vez son más frecuentes en las calles.

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