Fue a mediados de la década de los 70 cuando Walter Stahel, arquitecto y economista suizo, describió una economía en la que predominaban los procesos en bucle, la que se conoce ahora como Economía Circular, evaluando su impacto en la creación de empleo, en la competitividad económica, en el uso ecointeligente de los recursos y en la prevención de residuos.
Esta visión la presentó Stahel en su informe de investigación para la Comisión Europea titulado como The Potential for Substituting Manpower for Energy y escrito en colaboración con Genevieve Reday.
En dicho texto se observa que el consumo energético en el sector de la fabricación se asocia principalmente a la extracción y al tratamiento de los recursos, y no a los procesos de fabricación en sí.
Así mismo, en muchas ocasiones, el hecho de reutilizar los recursos en lugar de elaborar nuevos productos permitiría reemplazar la energía por mano de obra, lo que se traduciría en ahorros energéticos y creación de empleo.
Stahel fue el primero en acuñar a finales de los 70 el concepto Cradle to Cradle (C2C, traducido como de la cuna a la cuna), tan apreciado por ecointeligencia, basado en el desarrollo de un enfoque de bucle cerrado para los procesos de producción.
Como ya conoceréis como buenos lectores, fue de manos del químico alemán Michael Braungart y del arquitecto estadounidense Bill McDonough cuando el paradigma Cradle to Cradle adquirió su máximo grado de desarrollo, con la publicación de textos y la creación de su proceso de certificación.
En los 90 fundó el Product Life Institute en Ginebra (Suiza). Es también profesor visitante en la Universidad de Surrey del Reino Unido y miembro del laboratorio de ideas Club of Rome.
Lo que se conoce como Economía del Rendimiento persigue 4 objetivos principales:
La extensión de la vida del producto
Los bienes de larga duración
Las actividades de reacondicionamiento
La prevención de residuos
Stahel destaca la importancia de la venta de servicios en lugar de productos, una idea conocida como Economía de Servicios Funcional y en la actualidad se recoge dentro del concepto de Economía del Rendimiento.
Para determinados bienes, una verdadera economía circular priorizará la reutilización en detrimento del reciclado, no debiendo confundir estos dos conceptos
La llamada de Stahel a desmaterializar la economía es una propuesta estratégica de sostenibilidad mediante la reducción del tiempo de uso de los insumos utilizados para la producción.
Este concepto tiene una relación directa con el de productividad, entendida como la relación entre la cantidad producida y la cantidad de insumos utilizados en tal producción.
Así, cuanto menor sea la cantidad de insumos utilizados en la producción de una unidad de producto, tanto mayor será la productividad, entendida también como la eficiencia en la producción.
Existe también una relación entre la desmaterialización, la ecoeficiencia y la conservación del medio ambiente, ya que al reducir la intensidad en el uso de los recursos materiales se reduce el volumen de residuos generados, y se mejora la eficiencia en los procesos.
Esto lleva a una reducción en el uso de materiales tóxicos y peligrosos y a un ahorro de recursos
Una desmaterialización a largo plazo de la economía nos puede llevar a un modelo de desarrollo sostenible según el cual:
Ningún recurso renovable deberá utilizarse a un ritmo superior al de su generación
Ningún recurso no renovable deberá aprovecharse a mayor velocidad de la necesaria para sustituirlo por un recurso renovable utilizado de manera sostenible
Ningún contaminante deberá producirse a un ritmo superior al que pueda ser reciclado, neutralizado o absorbido por el medio ambiente
Por tanto, una estrategia de desmaterialización da lugar a una reducción tanto en las entradas de materias primas a las cadenas productivas de bienes, como en las salidas de desechos y sustancias tóxicas que afectan al medio ambiente.
La desmaterialización contribuye a la ecoeficiencia, aportando ventajas no sólo para el medio ambiente sino también para los productores, ya que su definición lleva implícita la rentabilidad económica, ya que los que persigue es producir más con menos.
La esencia de la ecoeficiencia es utilizar menos recursos ambientales y menos energía en el proceso productivo, reducir los desechos, y atenuar la contaminación
La ecoeficiencia requiere además de un diseño sostenible para reducir la intensidad de uso de materiales y energía durante la producción, además de que impulsa la reutilización de insumos a través de procesos de reingeniería y reciclaje.
Con este repaso sobre la fuente que nos faltaba por tratar, la Economía del Rendimiento, terminamos el recorrido detallado de las escuelas de pensamiento que han dado lugar a lo que conocemos actualmente como Economía Circular.
Nosotros seguimos apostando por la ecoeficacia, más allá de la ecoeficiencia … Lo nuestro es el Cradle to Cradle!
Extraido de https://www.ecointeligencia.com/
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